Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas. Prov. 1:15.
La noticia me sorprendió. Conocía bien a aquella persona, y sabía que no sería capaz de hacer aquello de que estaba siendo acusada. Y así fue.
El tiempo demostró su inocencia. Meses después me la encontré accidentalmente y al verme, me dijo llorando: "Dios hizo justicia conmigo, pero con todo lo que pasé aprendí una gran lección: Nunca debería haber andado con las personas que realmente cometieron aquel delito".
El consejo divino de hoy es exactamente ese: "Hijo mío, no andes en camino con ellos". ¿Quiénes son? El sabio Salomón los llama "pecadores", y advierte: "Si los pecadores te quisieren engañar, no consientas [ ... ] porque sus pies corren hacia el mal y van presurosos a derramar sangre". *
La expresión hebrea utilizada en el original es halak, que significa andar, no solo en el sentido de moverse, sino también en el de comportarse.
Las personas que no temen a Dios andan desorientadas. La Biblia llama a ese tipo "pecadores", que originalmente quiere decir "aquellos que no dieron en el blanco". No saben para dónde van, porque en realidad ni siquiera saben lo que quieren, siguen la ley del menor esfuerzo, dejándose llevar por la corriente de sus instintos. Y si alguien hace solamente lo que su naturaleza pide, va a acabar andando en el camino del mal.
Andar constantemente con personas que no edifican, encierra dos peligros. El primero, es acabar haciendo lo que ellos hacen y perder el rumbo de la vida. El segundo, es ser confundido con ellos.
Mientras tú vivas en este mundo, te será imposible aislarte. No es ese el tipo de vida que Dios quiere para ti. El cristiano debe ser una persona abierta para relacionarse con todo tipo de gente, pero una cosa es relacionarse por la fuerza de las circunstancias y otra es juntarse deliberadamente con personas que, tarde o temprano, acabarán destruyendo tu vida.
Por eso, hoy, antes de salir de casa, recuerda el consejo de Salomón: "Hijo mío, no andes en camino con ellos. Aparta tu pie de sus veredas".
* Prov. 1:10, 16.
Pr. Alejandro Bullón