Cartas a mis hijos
Cartas a mis hijos:
Hola, es contigo... ¿Pensabas que estabas sólo? Pues no... Aquí estoy para guiarte y acompañarte. Si aún no te has dado cuenta, siempre estoy a tu lado… En los buenos momentos, disfruto de tu risa, de tu alegría y de tu paz interior… En los no tan buenos… nunca te abandono, te cubro entre mis brazos y consuelo tu corazón. ¿Sabías que tú eres lo más importante para mí? ¿Sabes que mi amor es tan grande por ti, que sería capaz de dar mi vida por verte feliz? ¿Sabías que te traje a este mundo, con todo el amor de mi ser?
Por todo esto, por el gran amor que siento por ti, como padre y amigo es mi derecho exigirte:
Que vivas cada momento de tu vida, no como si fuera el último… Como si fuera el único.
Que hagas todo lo posible por vivir lo más cercano a la felicidad… ya que la felicidad no es una meta, es un sentimiento que puedes alcanzar cuando tú lo desees… Besando a tus padres, abrazando a tus seres queridos o en la emoción de un reencuentro. Que te entregues en servicio a los demás, que ayudándolos a ellos te ayudarás a ti mismo.
Que excluyas de tu vida la apatía, la pereza, la envidia, el odio, el rencor, la desesperanza, la dejadez y el desorden… Para que incluyas en ella, las ganas de vivir, nuevos proyectos, el amor, la alegría, la esperanza, el sentido común, el respeto y sobre todo mucha fe… Fe en Dios, en ti y en lo que crees. Que siempre tengas nuevas metas en mente y que trabajes para hacerlas realidad, recuerda que la suerte no existe… Con tus acciones la construyes tú mismo.
Ríe, canta, corre, juega, sueña y se feliz. Irradia con tu alegría e ilumina el día a tus semejantes. Que ames con locura y te entregues sin límites; apasiónate por la vida y por las cosas que haces. Que seas fuerte ante las adversidades… supera los obstáculos, levántate tantas veces como sea necesario… para que te pruebes a ti mismo lo valioso que eres. Que seas único, imita sólo lo bueno, como valor agregado a tu vida. Que tu lengua no sea lanza que hiera, por el contrario que sea el medio para que enseñes lo que has aprendido.
Que jamás dejes de soñar… eso sí, trabaja fuerte para que ocurra la maravillosa transformación... Y de esta forma, lo intangible lo vuelvas palpable, lo inimaginable en hechos reales y lo imposible en accesible… No temas, no tengas miedo, trasciende, deja huellas, tal como yo dejo las mías en ti, se persistente y nunca pero nunca desistas…
Recuerda y nunca olvides… que te amo con todo mi corazón…