Ansiedad o preocupación
La congoja en el corazón del hombre lo abate, mas la buena palabra lo alegra. Prov. 12:25.
Los nativos de la tribu campa me enseñaron muchas lecciones de vida práctica. Cierto día olvidé la mochila en el barco. Me desesperé tratando de descubrir una manera de recuperar mis pertenencias.
-No hay nada que podamos hacer ahora -me dijo el jefe de la aldea. Mañana el barco regresará y el conductor traerá la mochila de vuelta.
- ¿Y si no la trae? -pregunté ansioso.
-En ese caso -respondió el sabio cacique-, guarda tus fuerzas para resolver el problema de mañana.
Tú sabes muy bien que la ansiedad no soluciona ningún problema, no sirve de nada, solo causa sufrimiento; pero si tú eres tan humano como yo, tu tendencia será pasar horas analizando un problema cuya única solución es el tiempo. Lamentablemente, el tiempo no está hecho apenas de segundos minutos, sino también de horas, y, a veces, de meses y años.
¿Qué solución es pensar durante la noche que tu ser querido estaría vivo si no hubiera viajado? ¿Qué beneficio ha v en desesperarse por un amor que llegó a su fin? ¿Para qué hundirse en la arena movediza de las lamentaciones por un negocio que quebró?
En el texto de hoy, Salomón aconseja que ante casos que no tienen solución humana, lo mejor es decir palabras de optimismo.
"Yo te dije", "Yo sabía", "¿Ahora entiendes?" "Cuántas veces te lo dije'" y otras expresiones comunes como estas, no son ciertamente la "buena palabra el texto menciona".
¿Estás enfrentando algún drama en este momento? ¿Tiene que ver con tu matrimonio, con la situación de algún ser querido, con tus negocios o con tu empleo? Después de poner el problema en las manos de Dios, pídele que te ayude a ver la diferencia entre luchar para superar las dificultades o preocupare inútilmente con algo que, por lo menos hoy, no tiene solución.
Si tu problema no puede solucionase hoy, duerme confiado en las promesas de Dios y, como dijo el viejo cacique, guarda tus fuerzas para solucionar el problema cuando el momento oportuno llegue.
Hoy es un nuevo día. Mira el brillo del sol. No hay sol donde tú estás? Mira la luz del día. ¿Sabes por qué esa luz existe? Porque luego de la tormenta, el sol continúa brillando. Espera un poco y la tormenta pasará, y no olvides: "La congoja en el corazón del hombre lo abate; mas la buena palabra lo alegra".
Pr. Alejandro Bullón