LA MISERICORDIA DIVINA
Alabad al Dios de los cielos, porque para siempre es su misericordia. Sal. 136:26.
El intercambio de tiros fue fatal. O casi fatal. Aquel trágico incidente habría sido el fin de la carrera de crimen y violencia que había comenzado cuando Humberto era todavía un niño. Su fama se había esparcido por toda la región. Agresivo, cruel, asesino.
Dicen por ahí, que los que tienen los ojos amarillos son los asesinos más fríos y sanguinarios. Él los tenía, y a pesar de su figura menuda, era temido.
Aquella noche, en el tiroteo con la policía, fue alcanzado y herido en la columna y en otras partes del cuerpo. Pasó varios días en el hospital y, cuando salió, descubrió que estaba condenado a una silla de ruedas para el resto de su vida.
La rebelión se apoderó de su corazón. Era un pozo de amargura. Ya no agredía con un revólver en la mano, pero sus palabras afiladas herían a todos ya todo.
En esas circunstancias lo alcanzó el evangelio. Yo fui testigo de su bautismo, mientras viajaba por el norte del Brasil. Lo conocí quebrantado, humilde, y manso. Lloraba en silencio al salir de las aguas bautismales.
"Hay gente que piensa que acepté a Cristo porque no saldré nunca de esta silla de ruedas -me dijo-, y tal vez sea verdad. No lo sé. ¿Cómo saberlo? La única cosa que sé es que Jesús me ama, que su misericordia permanece para siempre. Me duele no haberlo sabido antes".
El salmo 136 repite más de veinte veces la expresión: "porque para siempre es su misericordia". Este es un salmo de gratitud y alabanza. La alabanza es fruto de la gratitud, y no existe gratitud si tú no comprendes el valor del regalo que recibes.
¿Qué hubiera sido de ti y de mí, si un día la misericordia divina no nos hubiese alcanzado? ¿Dónde estaríamos? El salmista sabía que las palabras humanas jamás podrían expresar toda la gratitud que sentía. Por eso, en un solo salmo, alaba muchas veces la misericordia divina. Sabe que está lejos de decir todo lo que su corazón siente y por eso alaba, reconociendo las maravillas del amor divino.
Sé agradecido a Dios hoy. Agradecer hace mucho más bien a ti que a Dios. ~ Como el salmista: "Alabad al Dios de los cielos, porque para siempre es su misericordia”.
Pr. Alejandro Bullón