LA PUREZA DEL SEXO
¡Sea bendito tu manantial y alégrate con la mujer de tu juventud, cierva amada, graciosa gacela! Que sus caricias te satisfagan en todo tiempo y recréate siempre en su amor. ¿Por qué, hijo mío, has de andar ciego con la mujer ajena y abrazar el seno de la extraña? Proverbios 5:18-20.
¿Qué hora es?", preguntó un turista a un vendedor callejero, en la calle Uruguayana en Río de Janeiro. El vendedor miró de un lado para el otro y, con esa alegría tipicamente carioca, respondió: "Es hora del sexo; aquí siempre es la hora del sexo".
La expresión casi inconsciente de ese joven vendedor podría ser el símbolo de la cultura que nos rodea. Vivimos en medio de una sociedad sexualizada o erotizada al punto de apelar al sexo hasta para vender bizcochos en los comerciales de la TV.
El versículo de hoy nos muestra que el sexo es una de las cosas más bellas, puras y sagradas que Dios entregó al ser humano en la creación. El sexo es tan sagrado para Dios que en el Antiguo Testamento, al identificar a su pueblo no lo marca en el corazón ni en la frente ni en las manos, sino en el órgano sexual masculino.
En el Nuevo Testamento, cuando el Señor busca una ilustración para expresar el tipo de relación pura que quiere tener con su iglesia, usa la ilustración de la relación sexual entre marido y mujer.
En la creación, Dios entregó muchos dones al hombre. Le dio la posesión de la tierra, la alimentación, el cuerpo y sus diversas funciones, pero en las dos únicas veces en que él usa la palabra bendito es cuando le entrega el sábado (Génesis 2:3)y cuando le entrega el sexo (Génesis 1:28).
¿De dónde viene, entonces, la perturbación que siente la persona, al punto de que tal vez piensa que el tema del sexo no es asunto para un devocional? El enemigo entró y distorsionó los planes originales de Dios y dejó en el inconsciente humano la idea de que el sexo es "soportable", pero que allá en el fondo no es muy limpio, que siempre tiene algo de pecaminoso.
Dios creó el sexo para que fuese una expresión de amor entre marido y mujer, y para que fuese un vehículo de unión mental, espiritual y física.
Cuando el sexo se transforma en un acto solamente físico, pasa a ser un acto instintivo y animal, y deja de ser el sexo puro, limpio y sagrado que Dios creó. El sexo, antes de la hora del casamiento, no puede ser un acto espiritual, sino algo solamente instintivo y, por lo tanto, transformable en una fuente permanente de vacío, desesperación y culpa.
¿Podrías encarar el sexo como un asunto de bendición, amor, santidad y pureza? Ése era el plan original de Dios. Es por esa razón que Pablo dice: "Maridos, amad a vuestras mujeres, así como Cristo amó a la iglesia, y se entregó a sí mismo por ella" (Efesios 5: 25).